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A veces soñar no es suficiente, a veces hay que aprender a volar.

Hoy he aprendido a soplarle a la luna, me han dicho que ella siempre escucha.
Así que voy a abrir la ventana y voy a pedirle en bajito, con la vergüenza del que pide imposibles que sabe no podrá compensar, que me busques.
Ni siquiera que me quieras.
Ni que funcione, no voy a abusar.
Solo que me busques.

Dicen que a situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Pero aquí solo estoy yo, aún apostando a ciegas al rojo.
Como yo no creo en estas cosas, y no hay nada que pueda hacer, voy a soplarle a la luna. Por si ella sabe algo que a mí se me escapa.

Voy a abrir la ventana y a hablarle, y por una vez voy a ser valiente, voy a soñar muy alto, aunque la caída me parta el cuello, para decirle que
quiero ser especial, no para el mundo, ni siquiera en el mundo, solo para ti.
Ser algo con lo que no contabas, algo que no esperabas, que se cruzó en tu camino y te fascinó.

Quiero ser lo que no supiste ni quisiste evitar.

Que te sorprendas pensando en mí una tarde cualquiera, que le hables a la gente de mí, que quieras conocerme.
Que me mires con la seguridad de que robaré el morado de las pesadillas de tus ojeras. No voy a dejar que te ahogues.
Que la gente se sorprenda. Y no nos importe.
Que me busques, que me toques, que me cuides.
Que me elijas.
Que me quieras.
Que quieras quererme.
Y que te atrevas.

Voy a contarle todo a la luna y luego voy a vaciar mis pulmones, tratando de empujar mis palabras hasta ella.
Y lo dejaré en sus manos.
Ojalá me escuche.
Ojalá me entienda.
Ojalá tú.
Ojalá orientada.


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