Ella tenía la clase de magia que a él le volvía loco. La locura, el frágil equilibrio, tan frágil que te arañaba con los ojos cuando te besaba con las pestañas.
Ella era la clase de chica de las que hablaban las canciones que componía él, hasta que la conoció. A partir de entonces fue incapaz de escribir una sola nota, tal vez por sobredosis. De pronto nada era suficiente. Solo tenía ojos para el mundo que ella le mostraba.
Pero ella no se dejaba querer, porque decía que no merecía más que una puñalada de hielo cada primavera, para recordar que lo que vendían como amor no era más que la ironía de una droga barata.
Las chicas como ella son peligrosas, porque no han conocido a nadie capaz de conquistarlas. Te dan todo y a la vez desaparecen sin dejar más rastro que la sangre con la que firmaste, porque nunca acaban de caer. La inseguridad constante, una herida que rara vez sana, y que hace tanto daño al dueño como al tonto.
Las chicas como ella cortan.
Quiere creer que un poco de cariño le hará crecer, que ese que se lo da todo de frente es el mismo que se esconde en sus sueños, que el mismo idiota que quiere entender cada cara del laberinto en el que ella está perdida, es el mismo que va a salvarla cada lunes.
Y ojalá lo fuera. Ojalá lo sea.
Ella era la clase de chica de las que hablaban las canciones que componía él, hasta que la conoció. A partir de entonces fue incapaz de escribir una sola nota, tal vez por sobredosis. De pronto nada era suficiente. Solo tenía ojos para el mundo que ella le mostraba.
Pero ella no se dejaba querer, porque decía que no merecía más que una puñalada de hielo cada primavera, para recordar que lo que vendían como amor no era más que la ironía de una droga barata.
Las chicas como ella son peligrosas, porque no han conocido a nadie capaz de conquistarlas. Te dan todo y a la vez desaparecen sin dejar más rastro que la sangre con la que firmaste, porque nunca acaban de caer. La inseguridad constante, una herida que rara vez sana, y que hace tanto daño al dueño como al tonto.
Las chicas como ella cortan.
Quiere creer que un poco de cariño le hará crecer, que ese que se lo da todo de frente es el mismo que se esconde en sus sueños, que el mismo idiota que quiere entender cada cara del laberinto en el que ella está perdida, es el mismo que va a salvarla cada lunes.
Y ojalá lo fuera. Ojalá lo sea.
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