Sentada con su vestido de diamantes, como si nada pudiera romperla, invisible mientras todos la miran. Los ojos le pasan por encima, por delante y por debajo, pero nadie está mirando.
Todos la quieren, y ella menos que nadie. Así que nadie más que ella.
Nadie se da cuenta de que ese no es su sitio, que su sitio está en el hielo, a solas con sus cuervos.
Nadie quiere entenderla, pero ella no se deja.
Y se refugia en vidas ajenas por no enfrentarse al vacío de no tener nada.
Finge que se ahoga para escuchar a sus pulmones luchando. A nadie le interesa, es más fácil hacer creer al mundo que es como todas las niñas tontas que la rodean, que ha encontrado su vida en un rectángulo blanco.
No me malinterpretes, por supuesto que puedes ser feliz. Siempre que tengas claro a qué estás dispuesto a renunciar. Y ella no sabe querer menos que todo.
Nadie es como ella, perdida en un mundo con más mentiras que gente que las crea.
Pero al final nada importa, la niña del vestido de diamantes nunca es suficiente.
Sigue buscando un sitio al que pertenecer.
Todos la quieren, y ella menos que nadie. Así que nadie más que ella.
Nadie se da cuenta de que ese no es su sitio, que su sitio está en el hielo, a solas con sus cuervos.
Nadie quiere entenderla, pero ella no se deja.
Y se refugia en vidas ajenas por no enfrentarse al vacío de no tener nada.
Finge que se ahoga para escuchar a sus pulmones luchando. A nadie le interesa, es más fácil hacer creer al mundo que es como todas las niñas tontas que la rodean, que ha encontrado su vida en un rectángulo blanco.
No me malinterpretes, por supuesto que puedes ser feliz. Siempre que tengas claro a qué estás dispuesto a renunciar. Y ella no sabe querer menos que todo.
Nadie es como ella, perdida en un mundo con más mentiras que gente que las crea.
Pero al final nada importa, la niña del vestido de diamantes nunca es suficiente.
Sigue buscando un sitio al que pertenecer.
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