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Mientras creas en mí, seré el diamante que lleve tu nombre.

No quieres ser alguien a quién mirar, ni admirar,
y mi meta es no dejar nunca de ser tu reina.
No te diré, ni sospecharás,
que me mato por ver el orgullo en tu sonrisa.
Ni que tengo miedo de que no me quieras más,
que te canses de cuidarme,
que me soportes por obligación.

Las cosas cambian, lo sé.
He crecido, y aún me conozco peor que muchos.
Puedo ser pesada, insegura y caprichosa,
alguien a quien le gusta complicarse.
Alguien con más problemas de los que reconoce,
y que jamás reconocerá necesitar nada de nadie.
Alguien que desconfía por sistema,
porque el sistema siempre ha sido igual, y nunca para ella.

No creo en casualidades,
pero tú me ganaste cada tarde en un mes.
Me gusta que me cuiden, pero no.
No me gusta que me protejan, menos tú.
Me hiciste crecer y encontrar a quién quería ser.
Ahora lucho por importarte lo suficiente para decepcionarte,
y aún así ser capaz de no hacerlo.

Mírame luchar como me enseñaste,
no me evites los golpes, pero cuida de que no me maten.
Mírame como el maestro que reconoce entre sus alumnos a su sucesor.
Y por favor, no dejes nunca de hacerlo.
A cambio, serás mi motivo.
Para trabajar, para esforzarme,
para matarme por ser la mitad que tú.


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