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Hoy he abrazado a todos los monstruos bajo mi cama, me han dicho que ellos no se irán.

Los monstruos no son el problema.
Ellos no son nadie, y ese siempre es el problema.
Nadie.
Nadie nunca se molesta.
Nadie nunca se queda.
A nadie le importa nada.

Eso es lo que asusta.
Que nadie se vaya con nada y todos se olviden de ti.
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En unos días hará un año que nos abandonaste en los veintitrés.
En unos días soplaré tus velas,
y pediré volver, saber leerte mejor, y decirte que, si te vas, no volveré a confiar.
Recordarte que eso solo se lo deseabas a tu peor enemigo. No a mí.
Que, a pesar de todo, prometiste que no me dejarías.
Y que me habría clavado cien puñales en el pecho por no verte sangrar.

No estoy lista para escribir sobre ti.
No estoy lista para contarle al mundo con qué ganas le mirabas.
Ni cómo perdías.

Hablaría de cómo me convenciste de llevar un jersey amarillo.
Les contaría que solo en la cara B de tu almohada había más de ocho millones de planes para cambiar el mundo.
Te retaría a vivir y cruzaría Gran Vía sin mirar y sin parar de reír.
Sigo corriendo, porque te hacía libre verme volar.
Lloraría cada abrazo que no me diste sabiendo que, por cada uno, me regalaste veinte más.
Te perdonaría, pero ya no importa.

Lo haría, pero yo no sé hablar, y exagero más de lo que lloro.

Te escribiría,
pero ya no estás.


All I wanna say is that
they don't really care about us.

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