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Leyenda urbana.

Hoy, mientras paseaba, he visto a dos hombres mirarse como nos miramos tú y yo tantas veces. Como si fuéramos a matarnos y aún no hubiéramos decidido si a patadas en el pecho o a besos en la oscuridad. Como si el mundo no tuviera ni puta idea de lo que habla. Como si quisiéramos coserle la boca a todo el que se atreviera a hablar de nosotros, para que no lo gritara y nos hiciera inmortales en todos los muros que levantamos por Madrid.

He visto a esos dos hombres, y en silencio les he deseado suerte para sobrevivir, porque el amor ya lo tienen.
Ojalá no acaben como nosotros.

Hoy también he escuchado a dos ancianos poniendo verde a la juventud, y me he reído cuando me han mirado escandalizados con mi moño deshecho y mi paso lento de domingo. Menos mal que nunca nos vieron a nosotros poniéndonos morados en cualquier rincón de la ciudad, retando a la lluvia a ver quién era el primero en acabar.

Y hoy también te he visto cruzar la calle sin verme, pero mirando a ambos lados temiendo por tu ingenuidad. Una pena que hayas perdido el sentido de la orientación para encontrarme en plena manifestación de pérdida de conciencia.
Qué lástima que ya no tengas la ironía de jugarte la vida sin mirar, solo por venir a buscarme.



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