No quise ver cómo mi mundo se derrumbaba
y cómo acababa arañando los huesos por dentro,
buscando una salida dentro de mi propia jaula torácica.
Cerré los ojos al miedo y creé mi propia realidad,
ajena al ruido y la guerra donde me había sentido en casa.
La necesidad de ser más de lo que serás jamás,
y la conciencia de que aunque te rompas todos los huesos del cuerpo,
te seguirás estrellando.
Subí al piso mil y dejé caer uno a uno todos mis sueños.
La ambición también puede firmar la nota de un suicidio.
Y seguir viviendo con el puñal clavado en el pecho,
pero negando que está ahí.
Aceptar el dolor y la rabia como parte de ti,
reírte de ellos fingiendo que no son ellos los que se ríen de ti.
Y aprender que negar la enfermedad no cura la herida,
y que meter el dedo en ella tampoco la ahonda.
Solo te invita de vuelta a casa.
y cómo acababa arañando los huesos por dentro,
buscando una salida dentro de mi propia jaula torácica.
Cerré los ojos al miedo y creé mi propia realidad,
ajena al ruido y la guerra donde me había sentido en casa.
La necesidad de ser más de lo que serás jamás,
y la conciencia de que aunque te rompas todos los huesos del cuerpo,
te seguirás estrellando.
Subí al piso mil y dejé caer uno a uno todos mis sueños.
La ambición también puede firmar la nota de un suicidio.
Y seguir viviendo con el puñal clavado en el pecho,
pero negando que está ahí.
Aceptar el dolor y la rabia como parte de ti,
reírte de ellos fingiendo que no son ellos los que se ríen de ti.
Y aprender que negar la enfermedad no cura la herida,
y que meter el dedo en ella tampoco la ahonda.
Solo te invita de vuelta a casa.
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